jueves, 6 de agosto de 2009

CRONICAS DE MACROBUS (1era parte)



TODOS LOS DIAS ME DESPIERTO TEMPRANO.
TODOS LOS DIAS ME DUCHO Y OCASIONALMENTE CAMBIO MI ROPA INTERIOR.
TODOS LOS DIAS SALGO DE MI CASA A LA MISMA HORA Y ABORDO EL MACROBUS.
TODOS LOS DIAS ME DIRIJO A LA OFICINA, A CONTESTAR TELEFONOS.
TODOS LOS DIAS SOLUCIONO PROBLEMAS DE GENTE QUE NO CONOZCO.

TODOS LOS DIAS MI VIDA ES UNA MONOTONA PELICULA.


Esto suena cuadrado, vacio, seco; falto de poesía e inspiración.
Y si, en efecto lo es...pero no del todo...

Si, es tan vacio levantarse cuando todos aún duermen y ducharse casi dormido; abordar el transporte publico tan congestionado; tan hasta la madre de gente, tan hasta la madre de olores y personajes diversos.
Pero justamente aqui empieza la diversion, el deleite del viaje hacia el trabajo.
Tanta gente, tantas caras; tantas historias que pasan por mi cabeza al estudiar sus rostros, prendas, actitudes y urgencias.
Por que la gente viaja en el autobus con urgencias diferentes.
Asi pues, me he dado a la tarea de interpretar y compartir a traves de este medio las historias que dia con dia se adueñan de mi cabeza, las historias de esas personas que me acompañan sin querer en mi viaje rutinario de todos los dias, y que hacen de mi travesía algo divertido.

Aqui la primera entrega de mis crónicas de macrobus.

Esta es la historia de Sonia, la secretaria.

Sonia se levanta temprano.
Tiene el cabello negro , sus ojos son grandes, igual que sus pechos, y su mirada refleja un aire infantil, un aire de curiosidad.
Ella es joven aún, y sus pies aun no se acostumbran al frio piso de la mañana.

Sabe que es tarde, y que apenas tiene tiempo de darse un baño rapido y arreglar un poco su cabello.
Se viste a toda prisa y se acomoda el traje sastre que su madre le ha planchado heroicamente, dejandolo como de tintoreria.
Toma la comida que le han puesto sobre la mesa y se dirige al macrobus.
Lo aborda y todo se ve igual que el dia anterior: la gente adormilada, el señor tan sonriente de siempre, el chico rockero tocando una guitarra imaginaria, la señora protestante de falda larga y el chofer que parece parte del mobiliario del autobus.
Se acomoda sobre el respaldo para iniciar el viaje.
Sus oídos tienen música.
Escucha la canción de ese artista grupero, y recuerda al tipo con el cual estuvo apenas hace tres días mientras se muerde el labio inferior.
Sonrie un poco y se acomoda de nuevo en el respaldo.
El autobus sigue su curso, y Sonia sigue pensando en como la tomó entre sus brazos y la despojó de su uniforme de ejecutiva en el cubiculo de la sala de juntas.
La travesía continua, y la vida pasa fugaz por su cabeza.
No hay mucho que hacer a bordo de ese monstruo azul, asi que solo piensa.
Se pregunta por que no terminó la prepa, por que no se viste como las chicas de su edad y por que no se pone a gritar como una loca en medio del autobus para que todos se den cuenta de que no es la mujer seria y calculadora que parece enfundada en su traje.
Pero solo contonea el trasero sutilmente, y levanta las miradas de unos cuantos que viajan cerca de ella.
Pasan tantas cosas por su cabeza, piensa en su madre, que se esforzó tanto por darle educación y de como le pagó asistiendo a tantas fiestas y dejando tantas clases a la deriva, piensa en como dejó pasar tantas cosas que ahora añora tener, recuerda tantos pantalones que desabrochó y tanto amor que no recibió esas noches de fiesta.
Recuerda tanto, y extraña todo lo que no pudo hacer.
Por un momento desea regresar a casa y llorar junto a su madre.

Pero ya es tarde para regresar:
Ha llegado a la estación principal.
Al bajar tendrá que abordar un tren que la llevará hacia su trabajo, hacia la monotonía de siempre.
Con la mano derecha sujeta bien su comida, y con la otra se afianza del tubo para no resbalar al momento de que el camión frene.
Se prepara para descender y caminar apurada hacia el tren, casi corriendo.
Se prepara casi inconscientemente para iniciar con ese caminar tan sensual, como una cabalgata; esa caminata que realiza dia con dia por todo el corredor de la estación y que es el deleite de tantos.
Parece comenzar a disfrutarlo.
Parece comenzar a disfrutar su travesia tan monotona, tan común, tan vacia...
Parece amar el hecho de que en quince minutos estará checando una tarjeta con su horario, que se sentara en su cubiculo y recibira mensajes y recados para el jefe, que mirara por la ventana y vera uno a uno como llegan los demás empleados y que tal vez, si tiene suerte, algun compañero le hara el amor mas tarde, haciendola sentir como una chiquilla portandose mal...






AMAURY SAHAGÚN


4 comentarios:

HILDA TORRES dijo...

KE ONDA AMAURY, COMO SIEMPRE ME DEJAS SIN PALABRAS.... ESTA CHIDISIMA TU CRONICA NO CABE DUDA KE ESTO ES LO TUYO MI LOCO Y GRAN AMIGO

mayr@ dijo...

super chida tu cronica despues de comer y leer esto no pude quedar mas satisfecha, felicidades mi amor escribes super bien te amo... un besito

mayr@ dijo...

a sorry me falto decir algo que imaginacion tienes ehehehehe......

gus dijo...

arre
sta bien chido
quien te viera puto
si we sinceramente sta bien chido