martes, 23 de junio de 2009

CRONICA DE UNA PESADILLA.


*Basado en un hecho real.






Eran las 4 de la mañana.


Un impulso repentino hizo que mi cuerpo, adormecido aún por el alcohol consumido pocas horas antes, se levantara rápidamente y se dirigiera al sanitario.


Después de terminar de expulsar los estragos de una noche llena de cerveza y demás pócimas, regresé a mi cuarto y decidí encender la tv para arrullarme con la bendita programación nocturna de las personas que no disfrutamos de un sistema de cable.


Al ir cambiando los canales, me di cuenta de la diversidad que existe a esa hora en la que la mayor parte de la población sueña con mejores posiciones sociales, pláticas del tercer tipo con familiares fallecidos o simplemente con la vecina voluptuosa en traje de baño.


Todo comenzaba con un programa muy "caliente" en el cual la mayor parte del tiempo un montón de personas disfrutaban bailando en la playa al ritmo de una grabación de música tropical, mientras un grupo ejecutaba una actuación digna del Oscar al fingir que interpretaban la pieza que la gente bailaba.

Al no poder entender el concepto del programa, y después de ver a la exuberante chica de la semana, decidí continuar con mi aventura televisiva.


Al cambiar de nuevo el canal, descubrí un programa divino, donde un sudo-sacerdote con acento portugués me invitaba a unirme a su iglesia para dejar de sufrir, y a través de mensajes que llegaban a mi inconsciente a la par de la oración del pastor, una voz misteriosa me decía que, al unirme, llevara conmigo mis cuentas bancarias y pertenencias.

Cada vez se apoderaba más de mi mente esa voz, me atraía hacia su red de fanáticos creyentes bajo la seducción de un futuro eternamente celestial, y si no hubiera sido por el repentino sonido del control remoto que cayó de mis manos hipnotizadas, en este momento estaría mas cerca del cielo...y del monte de piedad.


Asustado por la experiencia extra sensorial y algo sediento por la resaca que poco a poco comenzaba a expandirse por mi cuerpo terrenal, decidí apagar el televisor e ir en busca de un refrescante y nutritivo vaso de coca-cola bien helada.


Al volver encendí de nuevo la caja de ilusiones más por inercia que por gusto, y mientras los cabeceos repentinos comenzaban, uno a uno desfilaron los infomerciales y de repente mis sueños se mezclaron con la programación.


Me vi cocinando un bisteck muy jugoso en un extraño aparato junto a un acabado Mr. T, me sorprendí de lo bien que quedaba con solo dejarlo algunos minutos, y después de descongelar un pollo en corto tiempo, una corriente de aire entró por la ventana y me despertó segundos antes de degustar el filete que tan rápidamente preparamos.


Cerré la ventana y me acomode de nuevo en el taburete con un ojo en órbita terrestre y el otro viajando por Marte, y de nuevo los sueños hicieron mancuerna con la señal del televisor, pero ahora me encontré en los pasillos del canal local esperando la salida de un conocido artista de música grupera en la repetición de un programa que se dedica a investigar que quiere la banda, y al parecer la banda quiere ver a un montón de rancheros con micrófono haciendo chistes remalos y bailando al ritmo del ¿ folclore ?.


De repente, dentro del estudio, uno a uno empezaron a llegar los personajes sui-géneris de la noche televisiva; Andrés Garcia llegó con su bombita, el pastor portugués con su biblia de diamantes, los mimos bailarines, Mr T y su ayudante cocinera y demás gringos que anuncian útiles y prácticos accesorios caseros (véase aspiradora con gameboy incluido y abrelatas con mp3)todos y cada uno comenzaron a desfilar con danzas extrañas, una cosa que llaman pasito duranguense o algo así medio satánico, y se volcaron hacia mi.


Todos se acercaban lentamente como en fila india, me rodearon, sacaron sus filosas y manipulantes armas y apuntaron hacia mi raquitico y retorcido cuerpo arrinconado.

Creí que iba a morir, todos me veían enfurecidos, desquiciados, llenos de una maldad y una locura exorbitante.
Solo pude cerrar los ojos y encomendarme a todos los santos de la (buena) televisión, esperando un milagro.

De pronto, antes de que Mr T me cocinara en su super asador, algo húmedo pasó por mi mano, y un piquete en mi pulgar, algo así como una mordida, hizo que despertara de mi aterradora pesadilla y sintiera los primeros rayos del sol en mi rostro.


Feliz de haber regresado de ese mundo tan terrible y mezquino, abrí la puerta para que mi perro pudiera salir a realizar sus necesidades, y regresé a dormir con la esperanza de soñar con un mundo mejor, con un mundo lleno de paz, armonía y libertad, lleno de felicidad y amor entre los humanos.
Volví a mi habitación con la ilusión de soñar con politicos buscando el bien y ejércitos enteros cambiando sus rifles y armas modernas por flores y arboles para reforestar los bosques talados por la industrial mano del hombre...o por lo menos, soñar con mi vecina en un diminuto bikini...


AMAURY SAHAGÚN